Gracias al Dios de Abraham, Isaac y Jacob, quien nos ha abierto grandes puertas en Bolivia. Sabemos que esto no viene de los que quieren ni de los que corren, sino de Dios que tiene misericordia de nosotros.
Nunca olvidaré la primera vez que llegué a Alto la Paz, Bolivia, para participar en una conferencia pastoral de las Asambleas de Dios. La lucha fue inmensa. Pero hoy, al ver los resultados de nuestro trabajo como Escuela de Cristo, valió la pena. Gracias a Dios, hemos tenido un año muy fructífero. Hemos llegado a nuevos grupos pastorales y nuevos departamentos. En octubre, celebramos nuestra primera graduación en Cobá, Pando, coordinada por el pastor Juan Carlos Rodríguez, con un internado de veintiún días. Los pastores que asistieron a esta SOC quedaron profundamente conmovidos. La labor de dirigir una Escuela como esta requiere mucho tiempo, esfuerzo y dinero. Pero escuchar los testimonios de quienes han sido impactados por la Escuela siempre se convierte en nuestra recompensa celestial.
En octubre, el misionero Richard Goebel y yo viajamos a Bolivia para participar en dos Conferencias de Pastores en La Paz y Santa Cruz. Fueron momentos de gran empoderamiento a través de la Palabra de Dios. Siempre es maravilloso ver al pueblo de Dios en Bolivia hambriento de la Palabra, y verlos quebrantados en la presencia de Dios después de cada mensaje me anima.
En La Paz, celebramos una ceremonia de graduación para más de 30 estudiantes de las Asambleas de Dios y pastores de otras denominaciones. Los testimonios de los pastores participantes fueron: «Había oído hablar de la Escuela de Cristo, pero tenía que venir y comprobarlo por mí mismo. Mi vida nunca volverá a ser la misma».
Desde La Paz, viajamos a Santa Cruz y fuimos directamente a la cárcel de Palmasola, donde más de cuarenta estudiantes estaban listos para graduarse en un ambiente de gloria. Había tantos presos asistiendo al servicio que no podíamos movernos mientras ministramos. Esta obra en la cárcel de Palmasola continúa durante todo el año.
Gracias a todos los que nos ayudaron con sus contribuciones económicas, ya que pudimos comprar colchones y cubrir las necesidades de la Escuela de la prisión. Los pastores Arturo Casas, Edwin Cabrera, Wilfredo Gómez y el pastor Andrés, miembros de la junta nacional boliviana, viajaron para celebrar la ceremonia de graduación en una importante escuela de la región de las Yungas, a más de doscientos kilómetros de La Paz. Estos humildes pastores y obreros se reunieron para recibir la Palabra de Dios con un corazón abierto. Pentecostés siempre es un mensaje que trae esperanza a un pueblo en crisis. Agradezco a Dios por la vida de estos hombres de Dios que lo dejan todo para dar de lo que han recibido por gracia.
Dios es ciertamente bueno al concedernos el privilegio de ayudar a quienes más lo necesitan. Que el Señor los bendiga por tomarse unos minutos para leer este informe sobre la obra de la Escuela de Cristo en Bolivia. Sus oraciones y su apoyo financiero son vitales para continuar este ritmo de progreso.